Los concursos de diseño especulativos no prosperarían sin la participación de los/las profesionales de diseño. Ésta es la razón por la que deberían optar por tomar una postura y no apoyar esta práctica y por la que las organizaciones de diseño deberían desempeñar el papel de apoyarlos.

A menudo, nuestra comunidad nos pide que la apoyemos para hablar de la mala práctica de los concursos de diseño colaborativos, también llamados «concursos especulativos» o, a veces, «desafíos de diseño». A veces lo hacemos públicamente, pero con frecuencia es un proceso que tiene lugar entre bambalinas. Se trata de una forma particular de competencia que el ICoD considera injusta y poco profesional para los diseñadores.

Un problema clave de este tipo de concursos es que, para funcionar, requieren que una gran cantidad de diseñadores envíen sus trabajos. Sin una alta participación, la práctica no generaría la publicidad que buscan sus organizadores. Si bien el ICoD y sus miembros continúan abogando contra los concursos de diseño de fuentes múltiples, mientras los diseñadores continúen trabajando sin remuneración en este y otros foros, estamos trabajando con objetivos cruzados. Además, animar a los estudiantes de diseño a participar en este tipo de concursos como parte de su formación y de su plan de créditos no hace más que normalizar este comportamiento.

Para que cale el mensaje «el diseño es un trabajo profesional que debe ser remunerado de forma profesional«, la industria en su conjunto debe ser consistente a la hora de defenderlo y apoyar la conducta profesional. No hace falta decir que las asociaciones profesionales y los organismos no deben apoyar ni participar en estos concursos. Las instituciones educativas pueden dar su apoyo a través de la enseñanza de la práctica y ética profesionales en sus escuelas y también educando a sus estudiantes para que se nieguen a enviar trabajos a concursos de diseño de fuentes múltiples o especulativos. Pero los diseñadores deben hacer su parte. Son ellos quienes, a través de sus conductas diarias, definen las normas de la industria.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Por qué los concursos de diseño no son éticos?
No estamos diciendo que todos los concursos de diseño no sean éticos. Hay diferencia entre los concursos que premian el trabajo existente (los cuales fomentamos, siempre y cuando se adhieran a las buenas prácticas) y lo que llamamos «concursos especulativos», es decir, concursos que piden a los diseñadores que creen un nuevo trabajo. Estos últimos se consideran trabajos especulativos porque se pide a los diseñadores que contribuyan con servicios profesionales sin ninguna compensación. Es especulativo porque se le pagará con un premio en metálico a un sólo diseñador de, quizás, miles. El resto, a pesar de las horas de trabajo y experiencia que hayan aportado, han “jugado” y perdido.

Pero concursos como estos son comunes en el mundo de la arquitectura y otras disciplinas, ¿por qué esto es diferente?
Son diferentes por varias razones. Primero, porque los arquitectos no presentan proyectos terminados. Un boceto en arquitectura puede ser un diseño mucho más detallado, pero a ellos se les pide que presenten un concepto, no los planos terminados. En un concurso para realizar un logotipo, el concurso no pide una idea para hacer un logo, pide un logo. En segundo lugar, los que “pujan” no son individuos. Los estudios de arquitectura cuentan en presupuestos partidas en las que contemplan los costes por participar en concursos. La industria está estructurada en torno a esta forma de trabajar y los costes del concepto de diseño ya están incluidos en el precio del trabajo.

Pero ¿y si elijo apostar por la posibilidad de obtener reconocimiento y promoción gratuitos? 
Estamos ante la clásica tragedia de los [bienes] comunales. Si cada individuo hace lo que le beneficia, a costa de todos los demás, entonces todos pierden. Debido a que los diseñadores aceptan trabajar sin compensación económica, el diseño se percibe como algo por lo que no vale la pena pagar. Éste es uno de los factores que contribuyen a que las asociaciones profesionales y otros organismos de diseño luchen tanto para demostrar el valor del diseño. Una vez que los diseñadores profesionales aprendan que su comportamiento, y el de todos los demás diseñadores, es lo que establece el estándar de cómo se perciben el diseño, los servicios de diseño y los diseñadores en sí, dejarán de tratar su trabajo como algo que pueden regalar. Si los abogados trabajasen para obtener publicidad (¡y gratis!) tendrían los mismos problemas de legitimidad.

¿Y si es por una buena causa?
El ICoD fomenta activamente el trabajo Pro Bono (trabajo voluntario que realizan distintos profesionales), pero esto no es un trabajo de diseño Pro Bono. El hecho de que sea por una buena causa (y deberías preguntarte si legítimamente lo es) no significa que ser colaborativo sea ético o aconsejable. El formato de concurso no funciona así. Primero, porque esta estructura obliga a la mayoría de los diseñadores a trabajar por nada (ni siquiera por una buena causa). Y en segundo lugar, porque la metodología de diseño y crowdsourcing son incompatibles. Para que se lleve a cabo un proceso de diseño adecuado, el diseñador debe trabajar con el cliente, los usuarios y otras partes interesadas. Esto se elude cuando un concurso anuncia un ‘briefing’ y multitud de diseñadores responden lo mejor que pueden con la información que tienen. Como es probable que el trabajo no se pague, ni se vea, ni se use, al final los diseñadores acaban tratando de coger atajos como copiar o tomar la primera idea fácil. El trabajo resultante es un desperdicio -especialmente cuando se multiplica por la cantidad de diseñadores que están trabajando en estas presentaciones- y, por lo general, malo.

En cambio, es recomendable que los diseñadores trabajen directamente con los destinatarios del trabajo Pro Bono como lo harían con cualquier cliente. La relación de trabajo precisa entre el diseñador y el destinatario debe determinarse, definirse y describirse cuidadosamente en un acuerdo. Las condiciones para realizar un trabajo Pro Bono, incluida la propiedad de los derechos y los gastos, deben cumplirse estrictamente y el valor de los servicios de diseño prestados debe comunicarse claramente al destinatario de Pro Bono, incluso si no hay dinero de por medio.

Sin embargo los ‘desafíos de diseño’ están bien, ¿verdad?
Los desafíos de diseño responden a varios propósitos. A veces, los diseñadores, ilustradores y otros creativos mantienen frescas sus habilidades trabajando para su crecimiento personal. Estos desafíos son ejercicios de desarrollo comunitario -y de habilidades- para el puro disfrute del ejercicio en sí. Brindan a los diseñadores e ilustradores la oportunidad de probar nuevas técnicas, explorar temas que les interesan personalmente y compartirlos con sus compañeros. Nadie se beneficia materialmente de esto. Otro formato de desafío es cuando las organizaciones sociales necesitan ayuda para resolver un problema concreto. Por ejemplo, para crear rutas de búsqueda de forma rápida y económica cuando una crisis de refugiados lleva a un gran número de personas a una ciudad en la que no hablan el idioma. O formas de purificar el agua sin productos químicos para comunidades transitorias. Son problemas reales que necesitan solución. Aquellos que se beneficiarán del desafío están legítimamente necesitados.

¿Cuál es la diferencia entre un ‘desafío de diseño’ legítimo y un concurso especulativo?
Hay algunas banderas rojas que cada uno debe buscar. El objetivo de un desafío de diseño legítimo es crear una o varias soluciones viables. El incentivo para que los diseñadores participen no es la posibilidad de conseguir un premio en metálico, sino el conocimiento que están aportando a la sociedad o que están ganando a nivel personal, generalmente al aprender algo. Si los diseñadores no participasen si no fuese por el ‘premio’, probablemente estemos ante un concurso especulativo. Si hay una corporación o entidad privada involucradas que se benefician de la publicidad, es muy probable que se trate de un concurso especulativo, ya que los desafíos de diseño son generalmente de diseñador a diseñador o de diseñador a OING (Organización Internacional No Gubernamental). Si el problema que se está resolviendo es de naturaleza comercial, es claramente un concurso especulativo.

¿Qué pasa si los beneficios se donan a una organización benéfica?
Concretamente, la empresa que organiza el concurso está utilizando el presupuesto que se ahorra al no pagar por los servicios de diseño para generar valor. Los diseños que han recibido (gratis) son comercializados, generando beneficios. Luego usan los ingresos generados (a costa de los diseñadores que contribuyeron con su trabajo sin remuneración, recuerda) para después donar a una organización benéfica las ganancias que han obtenido, porque generalmente son las ganancias, no los ingresos. Atribuyéndose el mérito, luego usan el valor promocional de la donación para construir su marca. Esto no sólo es hipócrita sino también explotador.

Traducción del artículo publicado el 14 de marzo por el International Council of Design (ICoD)